
De niña iba a diario a la plaza del Mercado. Siento todavía la mano fuerte y protectora de mi madre, apretando. Había mujerucas con el carpancho a la cabeza, que venían de sus huertas, con alubias, puerros, hortalizas...había " panchoneras" que traían pescado fresco en el carpancho. Venían del muelle dónde acababa de atracar el barco del marido, del hijo, del hermano...el sol destellaba en el pescado fresco, vivo, coleando aún.
Mi madre me contaba que mi abuela vendió fruta en esta plaza. Mis ojos infantiles miraban a aquellas mujeres, algunas ya entradas en años, con una pesada carga en la cabeza; andaban rápidas, seguras, las manos en la cintura y la sonrisa en la boca...
En aquel eucaliptal dónde vivió mi madre su niñez y juventud, había una huerta. Una huerta cerca del mar. Mi madre y mi abuela esperaban en la playa, en " el puntal" a la barca de Maurilio, para vender su mercancía en el pueblo vecino.
Era bello y duro. Como meter la luna en un cuévano.
Bello texto rememorativo.
ResponderEliminarGracias Francisco.Me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
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